La Parada Artística

Tienes que soñar en grande para ser grande.

26 mayo 2008

Hoy recibí un pedacito de ti

Estos días no he tenido tiempo para escribir y mucho menos para leer. Sin embargo, no la he estado pasando mal. Hay ciertos tipos de estrés, y uno de ellos en particular es el que disfruto mucho. Cuando hago lo que me gusta - como tomar fotos como las que posteo acá, o ir a los ensayos de mi obra o reuniones de producción - poco me importa no tener tiempo para salir al cine o ir a tomar algo con amigos. Cuando hago lo que amo no me importa nada más que eso, hacer lo que verdaderamente me apasiona.

He pasado estos días organizando mi próxima obra. No quiero que haya ningún error y sinceramente estoy disfrutando el proceso. Me levanto en la mañana y salgo apresurada a mis clases, y más prisa siento aún por que terminen y pueda ir a la reunión de producción y continuar trabajando. Claro que, como toda persona, me canso. Siento a veces que quiero tirar la toalla, pero recuerdo la razón por la que estoy aquí, haciendo lo que hago. Y hoy la recordé más que nunca... la pude sentir.

Llegué a casa y poco después llegó mi mamá con este singular objeto en la mano. Al comienzo dudé, dije No puede ser, pero sí era. Hace meses que nos dejó y siempre recordé que me dijo que no permitiera que botaran sus cosas... me pidió que las cuidase. Que apenas él no esté me llevase todo a mi casa. Nunca fui capaz porque se me revolvía todo y se me inundaban los ojos al entrar a su estudio. Me dolía recordarlo, oler el lugar donde había pasado sus últimos días, reconocer todas sus cosas, ordenadas... como siempre. Me dolía mucho, así que nunca me traje nada. Pero hoy mi mamá llegó con esto en las manos, lo que más me recordaba a mi abuelo.

Mi abuelo era fotógrafo. En realidad, un artista multifacético, pero más que todo, fotógrafo. Unos años antes de morir se compró su última cámara, un Polaroid. Poco sé sobre cámaras hasta ahora, pero también poco me importa la marca de éstas. Lo que sentí al verla... en su cajita, su estuche negro. Lo abrí, estaba la caja con todo y empaque. Siempre tuvo todo como nuevo, si no lo hubiera sabido por su propia boca no me creería que es antigua. La cogí y sentí su olor. Mi abuelo tenía un olor característico... nunca podré describirlo. Siempre lo hice como el olor de mi papá mundo. Ahora que la tengo en mi cuarto, no sé si usarla... o simplemente guardarla. Me aterra malograrla o siquiera causarle una marca, por más mínima que sea. Me asusta más aun el hecho de que su olor se desvanezca... sería lo peor. Pero, él me dijo antes de morir que quería que cuidase sus cosas, que sería la única capaz de darles buen uso. ¿Me traigo todo?, ¿les doy uso?... ¿las guardo para observarlas, y así recordarlo? No tengo idea. Sólo sé que no quiero que sus huellas, olor ni nada de lo que me quede de él se vaya, quiero que se quede conmigo. Para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya pasará el dolor Carito. Nunca te había vist sufrir tanto por alguien, hasta que pasó lo de tu abuelito. No lo conocí, pero seguro era un tipazo por cómo me hablas de él:D

Caro dijo...

Pues sí, lo era :D