Anécdota en el micro

Si de algo me quejo constantemente, es de no tener auto propio, pues me tengo que aguantar de todo en el transporte público; sin embargo, hay ocasiones en las que se experimentan divertidas anécdotas...y otras un tanto extrañas.

Hoy me levanté para ir a dar mi examen de Introducción a los Negocios en la Universidad, fui al paradero, y por suerte, subí a un micro casi al instante. Cuando me senté me di cuenta de que los pasajeros estaban riendo, unos discretamente y otros... no tanto. Cuando me di cuenta de la fuente de burlas sentí un poco de lástima. Había una viejita sentada en el asiento que normalmente ocupa el cobrador, hablando a todo pulmón sobre el verdadero sentido de la Navidad. Me hizo reflexionar, pues mencionó la importancia de ir a la Iglesia y de lo estúpido que era preocuparse por tener un pavo o un panetón en la mesa. Claro que difiero con ella en la mayoría de cosas, pues yo soy fan de la clásica cena navideña en familia, pero en lo que sí coincido es en que Navidad (por muy cliché que suene) es Jesús.

Hace más de un año (y no exagero) no voy a misa, a excepción de cuando falleció mi abuelo, y no he sentido la necesidad de ir... Pero creo que no es indispensable ir a la Iglesia a escuchar cosas que ya sé, y peor aún, cuando me da sueño. Sin embargo, creo que no estaría nada mal visitar a Chus de vez en cuando... ¡Ya está!, ¡decidido!, ¡hoy iré a la Iglesia!, ¡y no tiene nada que ver con que hoy sea la misa de mi abuelo! XD a veces no puedo ir contra mi voluntad... ¡creo en Dios, pero me adormece la voz del cura!