En la punta del iceberg

Al comienzo era así porque me sentía en la cima de un proyecto muy grande y a punto de caerme y tener que empezar todo desde cero. Terrible. Pero ahora me siento con la adrenalina y la certeza de que todo saldrá bien.

Yo no sabía que podías ser tan buena persona. Te conocí hace poco y me caíste bien, te admiraba y soñaba con trabajar contigo algún día. Bah, pensaba, me siento chiquiiiiiiiita todavía como para lanzarte la propuesta.

Estos días han sido una tortura y agonía para mí. Lo que amo se convirtió en un infierno y sólo quería gritar paren. Paren ya de criticarme, de atacarme... Sólo ellos me recordaban por qué lo hacía, eran la razón por la que aguantaba y resistía ante tantas piedras que me ponían en el camino y me hacían dudar de mí misma. Pensaba que nadie me apoyaba y lo recordaba, sentía su olor como si estuviera a mi lado y dejaba de sentirme sola en las frías noches cuando estaba en casa.

Escribiéndote hice mi catarsis, pero - debo admitir - lo que menos esperé fue una respuesta. Gracias, gracias de verdad. Ahora veo todo diferente, sigo nerviosa pero sé que saldrá bien. Al menos ahora sé que no soy la única y que, a pesar de todo, hay tiempo.

Eres una amiga de primera. Si eres así conmigo que me conoces recién, me imagino cómo serás con tus viejos amigos y te admiro aún más, ya no sólo por tu chamba, sino por la clase de persona que eres y por la forma en que te has portado conmigo.

Desde aquí, un fuerte abrazo y un agradecimiento eterno.